Aún incompletos
los casilleros del destino,
con la soga
que siempre la vida
me ha puesto
al cuello,
transito estas
largas noches.
Me pregunto
si esta novela gótica
tendrá el final
de las películas.
Afuera llueve,
y detrás de
las ventanas ríe un vampiro.
¡Perderás!, me susurra.
Yo,
que nunca fui
una femme fatale,
que jamás la
emboco
con los trucos
del amor,
que nunca bebí
del Brindisi de Traviata,
trastabillo
en mi deambular
por este tiempo de tinieblas.
¿Cuál será el
secreto para no hundirse?
Y en el combate
con la vida
me desgrano
en una extraña heroína
—los ojos llorando
mariposas de rímel—,
escribo los
cantares de la sombra:
en ellos se
suicida la alegría que no fue,
se derrama desde
estaciones lejanas.
Ya no acierto
con las palabras.
Y empapo en
lágrimas mis papeles,
y la tinta forma
marismas de nostalgia.
En la pantalla
se suceden los títulos
de Entrevista con el vampiro.
Y juego otra
vez,
los vocablos
en mi garganta,
la metáfora
comodín entre los dedos.
Y de nuevo escapo
de la guadaña de la vida.
Y vuelvo a caer
en un sueño de guirnaldas de sangre:
mis poemas.
Estimada amiga te invito al Jardín secreto de la Esperanza quien sabe qué cosas encontrarás allí...
ResponderEliminarUn saludo
La pequeña
Mary Lennox