Dicen que hoy es estúpido
escribirle versos al mar.
Aseveran que ya todos los mares
se han descubierto,
y que las lágrimas de los poetas
siempre serán las mismas
aunque,
al caer,
ellas se sumen a la sal
de los remotos mares de otros mundos.
Dicen que ya no está de moda
dedicarle versos al mar.
Y acaso tengan razón:
ningún mar,
en ningún universo posible,
soportaría tanta poesía,
tanta nostalgia de poeta.
Dicen que el Mare Imbrium
de la Luna,
o los mares en miniatura,
tampoco son merecedores de poemas.
Lo que ni siquiera sospechan
es que los poetas auténticos
no eligen escribirle al mar:
es el mar el que los elige a ellos.
Los pesa en los muelles,
atraviesa con espadas de sal
los ojos de esos elegidos,
los envuelve en olas de mariposas plateadas
y de aguamarina tinta.
Por las noches,
los muertos huesos que bailan en las fosas abisales
les susurran, por siglos y siglos,
innumerables aventuras
de piratas, de santos y de héroes.
Tal es el encantamiento
que esos poetas predestinados no esperan
a sostener un papel entre sus dedos:
al claror del crepúsculo de una tarde cualquiera,
esbozan versos en la apurada arena de la orilla.
Sensacional! Es toda una declaración de amor. Mucha pasión expresada con vastos recursos y lenguaje.
ResponderEliminar"Es toda una declaración de amor". ¡¡¡Me encantó, Pablo!!! Muchas gracias.
ResponderEliminarUn abrazo
Un amor que es gozo y condena. Gracias, Mariláu.
ResponderEliminar¡Gracias a vos por tu comentario, Esteban!
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